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dc.contributor.authorCARO SACHETTI, Florencia
dc.date.accessioned2022-03-10T16:07:58Z
dc.date.available2022-03-10T16:07:58Z
dc.date.issued2022
dc.identifier.urihttps://hdl.handle.net/1814/74331
dc.description.abstractEs imposible imaginar un mundo en el cual no exista quien realice las tareas cotidianas de la vida, como alimentar a un/a bebé, limpiar la casa o hacer las compras de los bienes necesarios para el día a día. Con el incremento en la participación laboral de las mujeres, la disponibilidad de tiempo de las familias para realizar estas tareas se redujo progresivamente, mientras que la demanda de cuidados aumentó por transformaciones demográficas y sociales. Así, los hogares recurren a otras personas para su ejecución, siempre en dinámicas feminizadas: familiares -abuelas, tías- o, también, trabajadoras domésticas remuneradas. Pese a este papel vital en el funcionamiento de los hogares, las trabajadoras domésticas se encuentran desvalorizadas e invisibilizadas. El trabajo en casas particulares es la rama de actividad con mayor informalidad, la más afectada por la crisis de la pandemia, la más feminizada y la de menores remuneraciones. Es el ejemplo máximo de las ya conocidas brechas de género en el mercado laboral: las mujeres no solo participan menos que los varones del mercado de trabajo, sino que quienes logran ingresar al mundo laboral sufren con mayor frecuencia el desempleo y la informalidad. Además de precarizado, el esquema del trabajo doméstico está estratificado por ingresos: los hogares con mayores recursos pueden tercerizar el cuidado en el mercado a través de la contratación de trabajadoras domésticas, mientras que aquellos que no tienen esa posibilidad apelan a mecanismos de adaptación. Esto último implica que las mujeres de hogares con menores ingresos se ven forzadas a salir del mercado de trabajo remunerado para dedicarse al cuidado o a delegar en otras mujeres de la familia estas tareas sin remuneración, entre otros. De esta manera, las desigualdades socioeconómicas preexistentes se reproducen, lo que genera un círculo vicioso entre cuidados, pobreza, desigualdad y precariedad. Este sistema visualiza el rol esencial que las trabajadoras domésticas remuneradas cumplen en la organización social del cuidado y en el funcionamiento de la economía. Su contratación permite que las mujeres de mayores ingresos tengan más tiempo disponible para dedicar al mercado de trabajo, la educación u otras actividades. Esto quiere decir que las trabajadoras domésticas no solo participan ellas mismas del mercado de trabajo, sino que habilitan la inserción laboral de otras mujeres. En este Día Internacional de la Mujer Trabajadora, revalorizar la contribución que hacen las trabajadoras domésticas a nuestras sociedades y repensar la organización del cuidado se convierten en ejes cruciales para promover la igualdad de género y lograr un desarrollo más inclusivo.en
dc.language.isoesen
dc.publisherCentro de implementación de políticas públicas para la equidad y el crecimiento (CIPPEC)en
dc.relation.ispartofseriesCIPPEC Blogposten
dc.relation.ispartofseries2022en
dc.relation.ispartofseries[STG]en
dc.relation.urihttps://www.cippec.org/textual/las-trabajadoras-domesticas-remuneradas-y-el-impacto-de-la-pandemiaen
dc.rightsinfo:eu-repo/semantics/openAccessen
dc.subjectCovid-19en
dc.subjectCOVID-19en
dc.subjectCoronavirusen
dc.subjectGenderen
dc.subjectSocial protectionen
dc.titleEsenciales, pero no reconocidas : las trabajadoras domésticas remuneradas y el impacto de la pandemiaen
dc.typeOtheren


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